Habitación de Airo y Ciel

Tras andar un poco por la calle principal y toamr algún que otro desvió, llegamos a un pequeño hotel que a pesar de superar las tres plantas, sus habitaciones no eran demasiado grandes por el echo de querer tener a mas clientes de una vez. Aunque nunca habia sido ningún problema para mi, ahora que eramos dos tendriamos problemas de espacio.
Subimos al primer piso, atravesamos un pasillo decorado con velas en las paredes y finalmente llegamos a la habitación. Más que una habitación se podria considerar un mini apartamento, pues la cama estaban separadas por una puerta de lo que parecia el salón, decorado con una mesa y un par de sillas pues no cabía nada más.
-Pues ya hemos llegado... la puerta de la izquierda lleva a la cocina, nos es nada del otro mundo pero funciona... esa de enfrente al baño, y la de la derecha a la cama- dije mientras señalaba las puertas mientras las decia.
Deje que ciel se acomodara en una de las sillas y fui a preparar un té que sirviera para romper, aunque solo fuera un poco, la vergüenza que estaba sintiendo.

-Vaya... es lindo -dije simplemente sonriendo mientras me dejaba caer en una silla, contemplando la casa.

No parecía ser la habitación de un hotel precisamente, y eso me agradaba, me hacía sentir una mayor calidez, más similar a la de un hogar propio, a pesar de ser el apartamentito pequeño.

Al rato, fui detrás de Airo a la cocina, a ver que hacía. Nunca había cocinado a pesar de ver a mi niñera hacerlo cientos de veces... quizás debería ponerlo a la práctica y ser útil.

- ¿Quieres que cocine y haga la cena? -ofrecí amablemente.

-No hace falta... bastante vergüenza paso haciendote dormir en el suelo como para ponerte a cocinar- me negué en rotundo a su oferta, a pesar de ser bastante amable por su parte mis modales me impedian tener a una invitada haciendo cualquier tarea de la que podia encargarme sin problemas.
-Además estaras cansada... si quieres puedes darte un baño- Al té todavía le faltaba un buen rato, y de momento era lo menos que podía hacer por ella. Le dí una toalla recien lavada de la lavadora, y practicamente la empuje hacia el baño.
-Si necesitas algo, no dudes en llamarme- dijé mientras volvia a la cocina para improvisar algo que cenar.

-Ya ajustaremos cuentas mañana, no te saldrás con la tuya -repliqué refunfuñada mientras era empujada al baño-. ¿Y si me siento sola. también te llamo? -Inquirí algo sonrojada pero riéndome mientras cerraba la puerta. No me fijé si tenía seguro o no, nunca lo había necesitado y por ello no se le ocurrió.

Dejé la toalla doblada sobre un taburete y mi ropa, cuando me desvestí, la dejé encima. Abrí el grifo y dejé que la bañera se llenase con rapidez de agua que rayaba lo fresco.

-AAAAAAWW, que gustito -dije con un chillido cuando me sumergí bajo el agua, disfrutando de la débil gelidez.

No tenía nada preparado pues no esperaba que se viniera a vivir aquí, normalmente cenaba algo rápido y me ponía a escuchar música en el ordenador portatil de la habitación, pero ahora era distinto por completo.
Empecé a cortar un par de puerros habilmente y mientras los echaba en una olla, aceleraba todo lo que podía el proceso. El té estaba listo, llene una taza y la deje en la mesa para que se la tomase al salir, ese tipo de té sin duda alguna estaba mucho mejor frio.
-Mmmm...- exclamé mientras probaba con una cuchara el guiso, unos fideos flotaban vagamente por la superficie undiendose lentamente en el caldo -Este ramen esta genial- mientras el improvisado ramén terminaba de reposar, puse a cocer arroz en el hueco donde antes estaba la tetera.
-Tenía que haber comprado algo por si acaso... en fin- me senté en una de las sillas mientras bebía a sorbos mi taza de té.

-Que ricooooo -canturreé por enésima vez antes de terminar de aclararme con agua y salir.

Con cuidado, salí de la ducha y me envolví con la toalla. Una vez casi seca, cogí mi ropa, pero notándola algo polvorienta, se me quitaron las ganas de ponérmela, así que me vestí con los mínimos y, con la toalla aún atada alrededor del cuerpo, asomé la cabeza.

-Airo-kuuun, ¿podrías prestarme una camisa? -Pregunté reflejando mi estado de comodidad en la voz-

-Claro- me levante de la silla y entre en la habitación, sali casi al instante gracias a que tenía todo muy ordenado en los armarios. Le dí una de mis camisas negras preferidas por el hueco de la puerta intentando no ver nada y volví a sentarme en la silla para beber el té.
La noche se podía ver claramente por una pequeña ventana en la pared derecha de la sala, estaba bastante nublado, no se veia la luna con su típica sonrisa ensangrentada de siempre, solo unos oscuros nubarrones.
-Tormenta...- recordé sin querer mi pasado, la noche en que aquel kishin atacó tambien llovia con fuerza y no se podía ver la luna. Reprimí como pude un par de lagrimas mientras le pegaba un buen trago al té.

Cogí la camisa con rapidez y cerré la puerta. No me demoré demasiado en ponérmela y abrocharme los botones. Así, sintiendo el fresco por mi piel aún algo húmeda y terminándome de secar el pelo, salí del baño, a tiempo de ver a Airo con la cara más triste que me ´había visto jamás.

-Oye... ¿estás bien? Pareces triste -comenté dejando de hacer lo que hacía y contagiándome algo de su tristeza-. Si puedo hacer algo dímelo, ¿vale? No quiero ser un estorbo y quizás pueda dar algo de luz a tu vida -añadí con mi típica sonrisa.

Sabía lo que era estar triste y no se lo deseaba a nadie... Cogí el té y le di un pequeño sorbo, mirando por encima de la taza a los ojos de mi técnico, que brillaban alegres-

-Nada dejalo... la tristeza se fue al verte- dije intentando alagarla para agradecerle los animos que me estaba dando, aunque no pude apartar todos esos recuerdos, al menos me sentía aliviado por poder hablar con alguien.
-Se esta haciendo tarde... ¿quieres cenar?-

-Bueno... -musité, aunque solté una mano de la taza para coger la suya-. Pero somos compañeros, si sucede algo confía en mí, ¿vale? Aunque intentar ligar conmigo no te servirá demasiado -añadí bromeando mientras miraba de dejar la toalla y casi toda mi ropa en algún sitio-. Etto... ¿dónde va la ropa sucia?

-No te preocupes... confiare en ti... ¿pero quien intentaba ligar contigo?- pregunté con tono bromista y señale a la lavadora, que se podia ver desde la mesa sin problemas.
-Echala ahi directamente, la acabo de vaciar-
Me levanté y cogí los boles de ramen que estaban preparados ya, puse uno a cada lado de la mesa y volví a la cocina para dejar los boles de arroz y los palillos.
-No es mucho, pero es mejor que nada- añadi con una sonrisa mientras empezaba a comer.

Dejé la ropa donde me indicó y, con algo de timidez debido a las circunstancias, me senté en la mesa.

-Aún no los utilizo demasiado bien -dije riéndome de mí misma cogiendo los palillos y, como pude, comiendo algo de arroz-. Está ricooooo -aseguré feliz como una niña pequeña tratando de comer más, estaba hambrienta y disfrutar de una cena con compañía era el mejor aliño-. Mañana haré yo la cena, no sé mucho, pero seguro que logro compensarte, además, se me antoja divertido.

Solte una levé risita al ver como manejaba los palillos, me levante y cojí su mano, ayudandole a coger correctamente los palillos. Volví a sentarme intentando disimular el sonrojo por haberle cogido la mano de repente y deboré el bol de arroz acelerado por los nervios.
-Si quieres puedes preparla mañana...- de nuevo, una batalla que tenía asegurada mi derrota, discutir con ella era algo imposible, siempre salia lo que ella queria, aunque tampoco me importaba mucho.
Empecé a comer los fideos del ramen, empezaba a hacer frio y el calor de la cena era lo mejor para no convertirse en un cubito.

-Sip, la haré lo mejor que pueda -aseguré sonriendo-. Mañana por la mañana lo primero que haremos será conseguir dinero... tengo una cartilla en la que mis... progenitores me dejan "algo" de dinero mensualmente; luego podremos ir a comprar algo de ropa, algo para ti si quieres y comida -enumeré metiéndome lo restante de arroz en la boca-. Eso significa que hasta pasado mañana no podremos luchar... mañana por la noche practicaremos entonces -afirmé segura de sería lo mejor, cogiendo el ramen y bebiendo un sorbo, a ver que tal sabía-. Me gusta pero... ¡¡¡quemaaa!!! -Exclamé haciendo un gesto infantil de dolor.

-Seguro que te sale un plato delicioso- Acabe lo que quedaba de ramen de un trago, nunca me había afectado demasiado lo caliente que estuviera la comida, pero parece que esta vez la había calentado de más.
-¿Estas bien Ciel?- pregunté preocupado, me levante y fuí corriendo a la cocina para llenar un vaso de agua, volví lo más rápido posible al lado del arma y le dí el vaso.
-Lo siento... creo que me paso con el calor- me excusé como pude y eche los bols del ramon y del arroz que ya había terminado bajo el grifo. Mañana con más tiempo los limpiaria, ahora simplemente no tenía ganas.
-Bueno yo estoy bastante cansado... voy a dormir ya... en esa silla te deje una manta por si te da frio, ya que insiste en dormir en el suelo al menos no te resfries. en fin... buenas noches- entre en la habitación y cerre la puerta. Sin nisiquiera quitarme la ropa me tire en la cama y me dormí, estaba demasiado cansado para nada más.

-No es culpa tu... -comencé a decir, pero el brusco golpe de la puerta me interrumpió-. ...ya...

Algo alicaída, terminé la cena y me llevé las cosas a la cocina, las fregué y las dejé a secar, para que al día siguiente estuviesen listas para ser usadas de nuevo.

Cogí la manda y me acerqué a la ventana, por donde miré a la luna. No se me antojaba hermosa con esa extraña sonrisa, pero si su luz argéntea... era un velo hermoso. Para evitar pensar en la soledad, me arropé con la manta y me aovillé contra la pared, sintiendo la fibra de la camisa una última vez antes de dormirme con una calidez habitando mi corazón.

Me desperté en medio de la noche con un sentimiento de desasosiego, sentia tristeza por haber dejado sola a Ciel en un rincón con solo una manta. No podía conciliar el sueño por ese pensamiento, tecnicamente le había dejado tirada. Estaba arto de darle vueltas a la cabeza por una tonteria como esta, me levanté de la cama y cogí una manta del armario.
Al salir vi como estaba encogid a bajo la ventana, dormida parecia una frágil muñeca que daba la sensación de necesitar cuidados las 24 horas, aunque no necesitara ningún cuidado, tenía la sensación de estar en la misma soledad que experimentaba yo.
Me acurruque a su lado y me tapé con la manta, la calidez que sentía era agradable, algo que no experimentaba desde hace años. La cabeza de Ciel resbalo suavemente por la pared hasta caer en mi hombro, forzando una sonrisa mia.
-Siento haberte dejado sola...- dijé mientras me dormia.

Cuando los rayos del feo sol se alzaron sobre los edificios llegando directos a mis ojos, me desperté. No quise abrir los ojos aún, me sentía tan bien... mi sueño había sido algo oscuro y tenebroso como de costumbre al principio... pero luego se había hecho cálido y agradable, igual que lo que sentía ahora.

A medida que el sopor desaparecía, fui consciente de que estaba apoyada sobre algo, y no precisamente la pared. Somnolienta, parpadeé un poco y me di cuenta de que Airo estaba acostado a mi lado, acurrucado contra mí y con la manta por el frío. Sentí súbitamente un fuerte arranque de verguenza y traté de taparme aún más con mi manta, pero igual de rápido fui consciente de que él estaba dormido y que no había intentado nada.

Me tranquilicé poco a poco y, cuando ya estuve relajada de nuevo, me levanté y le arropé con mi sábana. Descalza, me fui a la cocina a ver que podía hacer para desayunar... por primera vez en muchísimo tiempo, para alguien más a parte de mí misma pensé feliz.

Estaba empezando a sentir calor, demasiado calor, el sopor se quit ocasi de repente y me vi con las dos mantas y los rayos del sol sobre mí. Me levante del suelo buscando a Ciel, estire como pude la camisa para disimular las arrugas y entre en la cocina. Vi como estaba preparando el desayuno, sentí una felicidad por todo mi cuerpo al ver como ya no estaba solo, al fin tenía a alguien y no a mí solo.
-Buenos dias Ciel... ¿necesitas ayuda?- pregunté mientras me quitaba las rebeldes lagrimas del ojo que solian salir al despertarme.

-Oh, Airo-kun -dije algo sorprendida sonrojandome, aún sólo llevaba la camisa y la ropa interior-. No es necesario... me las estoy... arreglando... más o menos -añadí algo dudosa.

Miré la sartén que tenía sobre el fuego, sobre el cual estaban los supuestos huevos fritos, un amasijo amarillo similar a la tortilla francesa y... nada más.

-Me he demorado demasiado pensando qué hacer -gimoteé sacando el desayuno del fuego y poniéndolo en dos platos.

-No pasa nada, cocinando las prisas no son muy buenas... aunque esa tortilla parece un poco extraña...- mire la tortilla extrañado, algo faltaba en ese plato, algo esencial.
Probé un bocado de la tortilla, el sabor era magnífico excepto por un detalle, estaba algo dulce.
-¿Se te olvido la sal verdad?- pregunté mientras cogía una pizca de sal y la espolvoreaba por nuestros desayunos. Volví a probar un bocado y el sabor había mejorado bastante.
-Así mejor...-

-(...) Claro, ya decía yo que me olvidaba de algo -dije riéndome de mi descuido-. Al menos son buenas para la salud...

Miré con pena como Airo ponía la sal y llevaba los platos a la mesa. Cogí los palillos y los llevé también, junto a los vasos y una jarrita con líquido transparente... imaginaba que era agua. Una vez en la mesa, aún no del todo convencida, comencé a comer.

-Itadakimasu... -musité tras probar un bocado. Desilusionada, me pude el vaso lleno de "agua" y comencé a bebermelo-. Sabe... raro.

-Es que... es agua del grifo... para regar las plantas-solté una leve risita al ver la cara que ponia Ciel mientras bebía ese trago.
-Las tuberias de la cocina no son precisamente nuevas, asi que el agua llega con sabor raro- expliqué mientras traia una botella de agua y le servía un vaso.
Continue comiendo la tortilla hasta acabarla, a pesar del detalle de la sal estaba deliciosa. Me levanté y deje el plato en a cocina, volví al salón con la ropa de Ciel ya seca y la deje encima de una silla.
-Aprovechando que vamos a comprar- dije recordando la lista de tareas para hoy que enumero Ciel ayer deberiamos ir a comprar un colchon para que duermas, no creo que te siente bien dormir siempre en el suelo- sugerí mientras me aseguraba de que la ropa de Ciel no quedara con ninguna arruga.

-No necesito ningún colchón, puedo dormir en el suelo, además, no cabe -repliqué mientras cogía mi ropa y me metía en el baño-. Sería gastar dinero inútilmente, con una manta ya voy arreglada -grité a través de la puerta mientras me iba desabrochando la camisa y me ponía mi propia ropa-. Tienes que preocuparte por mí poco más que nada, no quiero ser molestia.

-Como quieraaas, pero si tienes dolor de espalda no me eches la culpa- recojí las cosas de la mesa y las lleve a la cocina, mientras las lavaba no podía apartar una estupida sonrisa de mi rostro, al fín había dejado de estar solo.
Termine de lavar y me di cuenta de que uno de los lazos del pelo de Ciel se había caido al suelo, lo recogí y di un par de golpes suaves a la puerta.
-Ciel, te dejaste uno de tus lacitos-