Observando el cielo

El tejado del Shibusen era el lugar donde más relajado estaba, apenas se veían estudiantes o profesores aparecer y se veía Death City por completo. Me encontraba tirado en el suelo, con los brazos bajo la cabeza emulando a una almohada, observando el claro cielo azul sin una nube que amenaza con eclipsarle, el sol reia más sadicamente que nunca, seguramente por el echo de que a la luna le faltaban muchas horas para comenzar su reinado.
La misma cancion se repetia una y otra vez en mi mp4, era la única que conseguía animarme para seguir buscando un arma, y al son que marcaba el aparato yo tarareaba tristemente algunos trozos de cancion.
-tsunaida tamashi no hi ga mune wo sasu nara kotoba yori motto tsuyoi hibiki ga ima kikoeru ka-
Repetía manteniendo el ritmo lo más fielmente posible.
En el bolsillo de mi pantalón sobresalia una hoja de papel amarillento, típico en los mensajes del Shibusen, que informaba de una nueva arma que podría encajar con mis vibraciones de alma, además decía que este era el lugar de la cita, pero no aparecía nadie.
-Mmmm... que caloricto...- dijé mientras bostezaba, para quedarme durmiendo segundos después con uno de los auriculares fuera de donde debia estar.

Crucé la puerta con algo de timidez pero esperanzada. La nota decía que iba a tener al fin un compañero, lo que significaba compañía... El camino lo había echo entre suspiros y soñando despierta en cómo podría ser, pero ahora que tenía que enfrentarme a la realidad mi corazón latía desenfrenado por la emoción. Examiné al chico desde mi punto de observación, medio oculta por la puerta y no pude evitar reírme un poco por lo absurdo de la situación, así que decidí salir.

-Holaaa -dije con un tono cantarín acercándome al chico del suelo-. ¿Eres tú mi nuevo técnico?

Una voz cantarína me desperto y, mientras abría los ojos lentamente, podia apreciar como una figura se formaba. Al principio solo distinguía una tenue sombra entre un mundo oscuro, pero a medida que mis ojos se habitaban a la luz vi como una chica estaba a mi lado con una cara sonriente. Forcé a los auriculares a entrar en el bolsillo arriesgandome a que se enredaran hasta que los volviera a liberar, me levanté y frote mis ojos para quitarme los restos de un improvisado sueño y me situé frente a la chica.
-Mmm.... supongo que si... si eres Aether Celsius yo deberia ser tu nuevo técnico, soy Airo Mamiya- dije con una sonrisa en la cara, mi percepción de alma me permitia ver el alma de las personas, y la suya estaba en calma irradiando un bello color esmeralda.

-No, no me llamo Aether -respondí molesta-. Ciel, llámame Ciel -indiqué cruzándome de brazos e inchando algo los mofletes.

Le examiné de pies a cabeza... tenía su encanto, pero dudaba que pudiera empuñarme.

-Sabes combatir? Es que no me parece que puedas utilizarme... al menos por ahora -comenté mirándole a los ojos con una sonrisa.

-¿Ciel? Bueno si lo prefieres... te llamare asi-
Le miré extrañado por su cambio de actitud repentino, a pesar de que no me importara mucho pues viendo los fracasos anterior al no encajar la frecuencia de almas, me pareció extraño solo por un simple nombre.
Imite su acción examinandola de pies a cabea tambien, sin duda era una chica preciosa, pero no tenía aspecto de tener un gran potencial belico.
-Todo dependera de tu poder ¿no? Además, no podemos saber si podre utilizarte hasta que vea que clase de arma eres- dije mientras la cojia de la mano para impedir que al transformarse se propinara un golpe contra el suelo.

-Lo prefiero, gracias -contesté secamente, ignorando lo extraño que le pareciera que me hubiese cambiado el nombre, aunque que una chica llevase el nombre de un chico tampoco era nada usual...

Estaba a punto de retirar la mano cuando me la cogió, pero con una sonrisa, dejé que me agarrase. No podía sujetarme con una sóla mano. Lo miré a los ojos de nuevo y le saqué la lengua burlonamente antes de transformarme en las dos largas espadas que era.

-¿Estás seguro que podrás conmigo? -Pregunté riéndome.

Sujete con fuerza la espada blanca que había sustituido a la muchacha, pero lo que trataba de impedir se estaba cumpliendo, su hermana dorada caia al suelo sin mas remedio. Sin parar a pensar ni un segundo si me podia o no cortar, salve la espada interponiendo mi pierna con un ágil movimiento y volvi a lanzarla hacia arriba para agarrarla habilmente con mi diestra.
-Eres bastante ligera...- susurre mientras cortaba el aire para comprobar las caracteristicas de Ciel.
-Supongo que haremos un gran equipo-
En el último mandoble las dos hojas se rozaron produciendo una lluvia de pequeñas chispas doradas y brillantes, transmitiendome una sensación de cosquilleo bastante agradable.
-¡Nya!- grite imitando el sonido de un gatito -¡Que gustito!-

-Je, gracias por el cumplido -respondí alegre cuando dijo lo de ligera, pero pronto mi tono se volvió de indignación cuando comenzó a manejarme-. Ey, ten cuidado, que soy delicada.

Disfruté del sentimiento que me llenaba al poder tener alguien en quien confiar, aunque fuese a la práctica un desconocido.

-Oye... Airo -dije al rato-. ¿Sabes manejar dos espadas? No es un estilo demasiado... común. La gente suele tener problemas y no me gustaría estar en el suelo más de lo normal.

-Delicada como una flor pero con espinas de defensa capaces de alejar al más molesto de los bichos...- murmuré continuando la frase de que era delicada. -No te preocupes, se me da bastante bien la esgrima, y ya has visto que mis reflejos no son malos-
A pesar de mis reflejos y mi experiencia con otras espadas, manejar dos a la vez a lo que no estaba acostumbrado, pero me sentia mucho más nivelado que con una sola espada, de alguna manera con este estilo de lucha me mantenia en un equilibrio perfecto sin problemas.
Un par de cortes en el aire me sirvieron para acostumbrarme a este nuevo estilo de lucha, y sin duda la ligereza de Ciel ayudaba bastante, pero todavia no habia probado su potencia.
-Creo que cortaras tan bien como otras espadas pero... comprobemoslo...- me aproxime a la puerta que comunicaba el tejado con el interior y propine un buen golpe con ambas espadas a la vez, la blanca atraveso de lleno la puerta pero la amarilla practicamente causo estragos en la madera.
-In...increible...- murmure sin conseguir salir del asombro.

-Yo no voy a pagar eso -avisé cuando los restos de la puerta cayeron al suelo-. Además de que no tengo dinero, es culpa tuya. Al menos sé que algo sabes sobre espadas... me pregunto si llegarás a averiguar mis técnicas o tendré que contártelas yo, pero eso en combate mejor -añadí sonriendo para mí misma, le veía perfectamente capaz de probarlo en aquel instante.

Volví a la forma humana con delicadeza, evitando el roce con Airo y volteándome para mirarle con una sonrisa.

-Será divertido luchar contigo -admití alegre-. Pero para saberlo habrá que probarlo, ¿no?

-Tampoco esta tan rota.... ¿no?- dije mientras intentaba que los restos encajaran y se mantuvieran en los huecos que habían dejado, pero se notaba bastante el desastre.
Abrí la puerta apoyandola con la pared para que los trozos rotos no se volvieran a caer, empujandola desde fuera para que no se cerrara, invite a Ciel a pasar primero.
-Habra que esperar a que haya alguna misión interesante-

-Graaaaaaacias -dije pasando al interior del edificio y esperándole-. Aún no se yo si serás capaz de usarme bien, pero imagino que si alguien intenta matarte aprenderás rápido -añadí con una sonrisa burlona-. Vamos a ver que hay.

Realmente, había tenido suerte... Airo parecía majo, ojalá no lo fastidiase y me abandonase...

-De nada- respondí pasando yo tambien y procurando que la puerta no se moviera demasiado.
-No creo que hoy halla ninguna... es el dia de la presentación entre técnicos y armas...- guié a Ciel por algunas de las bifurcaciones que daban lugar a los tipicos despistes del Shibusen hasta que llegamos a la puerta, se estaba haciendo tarde, y tenía ganas de continuar con la pequeña siesta de antes.
-Bueno... mañana nos veremos...- dijé con algo de tristeza en mi voz, aunque solo fuera pro unas horas quedarme solo ahora que habia conseguido una compeñera me daba algo de pena, me costaba decir el adios que estaba buscando.

-¿C-cómo? -Pregunté algo aturdida sintiendo que el mundo caía de nuevo bajo un manto de oscuridad-. E... esto... ¿a dónde vas?

-Pues a un pequeño hotel cerca de aquí... no es mucho pero al menos para dormir calentito...- al parecer los dos estabamos igual de tristes de separarnos el uno del otro.
-Si no tienes ningún sitio donde quedarte puedes venir... si quieres claro...- me sonroje de repente, no queria separarme de ella pero en aquella habitación apenas cabía yo, y lo que era peor, solo había una cama.
-Mejor olvidalo... solo hay una cama...-

-Puedo dormir en el suelo, no te preocupes, no es tan incómodo como aparenta -dije de pronto entusiasmada-. Prometo ser silenciosa, como tu sombra si hace falta, pero no me dejes solitaaaaaa -le pedí haciendo carita de perrito abandonado.

No quería quedarme sola y si esa era mi oportunidad para evitar hacerlo iba a aprovecharla, y más sabiendo de que él tampoco quería despedirse.

-De eso nada, no voy a permitir que una dama duerma en el suelo, además eres mi invitada- esta respuesta salio practicamente automática de mí, desde pequeño era demasiado caballeroso y educado, y eso se convirtió en un gran motivo de burla por parte de los estupidos que no conocian la palabra educación.
-Pero no tengo pijamas de tu talla... seguramente te estaran muy grandes... y si duermes con tu ropa se arrugara demasiado...- me sonroje practicamente al instante al pensar en la falta de pijamas y el no dormir con su ropa para no arrugarla, una imagen demasiado provocativa provocó que mi sangre se alterara y me pusiera más colorado que cualquier otra cosa.
-Bueno, sera mejor irnos de aquí antes de que anochezca- empecé a andar hacia un estrecho callejon, no demasiado oscuro pero sin apenas luz que permitiera ver pequeños detalles, manteniendo siempre un ritmo lento para que Ciel pudiera seguirme.

-Dame una manta, un sitio en el suelo y listo, hoy puedo dormir con la ropa interior y mañana ya iremos a comprar -sugerí con un vago gesto de la mano-. El dinero no será problema, mis... progenitores tienen mucho, podré conseguirlo -le aseguré para que no pensase que le cargaría el problema económico.

Me puse a su lado e igualé su ritmo al andar, juntando mis manos a mi espalda, mirando el cielo anaranjado cuyo astro comenzaba a declinar.

-No voy a poder convencerte de lo contrario ¿verdad?- preguntè con cierto tono de desgana, me sentia mal porque durmiera en el suelo, pero estaba claro que tenía esta batalla perdida.
-¿Progenitores?- dude de como arreglar la situación, al terminar de decir la palabra tenía claro la gran metida de pata que había cometido -¿tienes algún problema con ellos?- ya que la había cagado, al menos continuaria sin hacer el tonto con correcciones estupidas, además, me producía una gran curiosidad que a sus padres les llamara de una forma tan despectiva.
Esperando a que respondiera, giramos un par de esquinas más hasta salir a una calle bastante ancha.
-Ya queda poquito...-

-No, no tengo ningún problema con ellos, yo no -aseguré sinceramente.

"Otra cosa sea que ellos tengan problemas conmigo" añadí mentalmente con desgana...

-Tengo ganas de ver donde vives, será mi nuevo hogar -dije alegre de nuevo, el tema de mis padres no es que sea uno muy alegre y no tenía por qué alejar a los demás con estupideces.